Juli. Ju. Julilu. Y demás variantes de mi nombre, el cual me satisface demasiado y no es simplemente eso, "un nombre".
20. Veinte son los años que llevo en esta vida, veinte velitas pasaron por mis tortas de cumpleaños, veinte días especiales, mis favoritos del año, para recordar que ese día: es mío y de nadie más.
Ariana. De Aries. Del signo del horóscopo. Y aunque no creo en esto, confirmo cada vez más lo tantas veces ya escuchado "Los arianos son extremadamente locos, llevan un líder en su interior". Bueno, yo soy ambas. Loca. Pero loca mal, tengo locura buena, sana, y locura insana, de esas que sirven para tomar riesgos. Y lider... Será que me gusta demasiado tener las cosas bajo control, sentir que está todo en su debido orden, guiar a los demás cuando no encuentran su propio camino. Qué se yo, estoy loca.
Argentina. Un país especial, raro, conflictivo... Sin embargo, lo encuentro exquisito en muchos sentidos: paisajes, variedad de culturas, monumentos. Y lo extraño, es que entre nosotros quizás nos matemos, nos odiemos, y todas esas cosas negativas que se pueden tener en una relación; pero, sin embargo, cuando el enemigo es alguien externo, el argentinos siempre logra esa fraternidad para luchar en contra... ¿Unidos por la causa se dice no?
Estudio para Contadora, en la Universidad de Buenos Aires. Tengo planeado hacer el posgrado en Finanzas, mi gran sueño. ¿Quién dice que no se puede llegar a Wall Street?
Tengo 10 operaciones, muchas cicatrices, de las cual estoy muy orgullosa. Me recuerdan todo lo que pasé, las fuerzas que sacaba de quién sabe dónde. Me recuerdan esa pequeña guerrera que vive en mí.
Soy de esas personas, que aunque no se sientan bien, están todo el día con una sonrisa. Un día sin una sonrisa es un día perdido. Además, no sabes cuántas personas se pueden salvar con tan solo una sonrisa, un "buen día", un "por favor" y un "gracias".
Soy una morsa: amor eterno a dormir, verano, invierno, lluvia, sol. Se duerme siempre que se puede, esa es la ley primera. No sé si es por la hermosa sensación del cuerpo recostado, logrando descansar; o quizás, las ganas de sumergirme en un sueño que despierte miles de sensaciones en mi interior. Y aunque no recuerdo casi nunca mis sueños, dormir es uno de mis hobbies preferidos.
Familiera. Me encanta pasar momentos con mi familia, charlar y esas cenas donde todo es risas. Sobremesas de charlas filosóficas, sobre temas interesantes como economía, sociedad, política, religión. Temas que de chica, no entendía ni por joda. Feliz de poder compartir cosas así con ellos. Poder compartir mis alegrías y tristezas, especialmente con mi mamá, porque es un vínculo muy fuerte y especial el que nos une.
Tengo una pequeña gran obsesión con los elefantes. Son mis animales preferidos, entre algún par más seguramente. ¿Por qué obsesiva con ellos, entonces? "Los elefantes pueden recordar" de Agatha Christie es mi respuesta a tu pregunta. Me siento plenamente identificada con ellos. Soy muy buena con la memoria, con las fechas... Con los recuerdos.
Y muchas, muchas cosas más. Muchas cosas que sé, muchas que no. Muchas cosas que aprenderé de vos, de otros, de mi propia persona. De enseñanzas o experiencias, por ensayo y error. Muchas lecciones que aún la vida no me enseñó, muchas por corregir, cambiar, modificar. Y acá estoy, firme a la decisión de enfrentar cada bala, cada flor, abrazo, mirada que llegue a mí. ¿No me ves? ¡¡Acá estoy!!

Cuando necesites un abrazo, y no te animes a pedírselo a nadie: escucha tu canción favorita, lee un poco y si es necesario, derrama esas lágrimas, para que ese abrazo no te lo de nadie, sino te abraces a ti mismo y te sientas acompañado de tu propio corazón. J



lunes, 21 de abril de 2014

Amore, amore, amore

         El amor no siempre entra tocando la puerta. O sí. Pero lo hace de otra manera a la esperada. Sus entradas pueden ser tanto triunfantes como trágicas. Pueden ser doradas, mágicas, o tener un color triste, un tono oscuro que denote soledad. También se pueden dar por el camino de la amistad, llegando a convertirse en algo más con el pasar de los días. De una u otra forma, el amor no es esa clase de sentimiento que entra tocando el timbre y respondiendo con alegría su nombre.  Es aquello que nos golpea la puerta, y tras un “¿quién es?”, no obtenemos respuesta. Suele ocurrir que nuestra curiosidad es mayor ante las inmensas expectativas sobre quién está detrás del portal. Al abrir, nos encontramos con una clase de amor, que puede o no ser aquella que esperábamos. Sin embargo, lo es. Y no importa que quedes anonadado ante su presencia, porque él se va a encargar de pasar a tu hogar, de intentar inundar el alma y llenar cada rincón de felicidad. Reparte sonrisas, haciendo que cada una adopte un nombre diferente. Distribuye una pizca de abrazos, besos y agasajos para depositarlas en cada ser que desea transmitir algo, y no sabe cómo hacerlo. A partir de ahí, el amor cobra vida. A veces, sus ciclos son muy cortos, mientras que otros parecen ser eternos. Sin importar cuán larga o corta sea su duración, hay historias que logran deslumbrar al mundo, dejar boquiabiertos a unos cuantos; logran cruzar los puentes que se interponen entre ellos. Como también están aquellos amores que no son tan fuertes, que no logran vencer al monstruo que busca aterrorizarlos. Si nos ponemos a buscar cuántos amores hay, encontramos infinitos casos, infinitas posibilidades. Suelen transcurrir varios días, meses o hasta incluso años, y la persona aún no reconocer que está viviendo en un mundo lleno de amor; su mundo. Puede que continúe con expectativas que no se asemejan a su realidad, viviendo en la fantasía de su mente, dejando de lado aquello que está delante de sus narices. Esto es motivo de a veces perder la esencia pura del amor, y no solemos descubrirlo hasta que es tarde y no hay remedios ni solución.
         Y están aquellas personas, que a lo largo de su vida, descubren diferentes estilos de amor. Con distintas cualidades, distintos aromas que permiten a la imaginación volar, particularidades que hacen que cada amor sea único e inigualable. Amores de diferentes colores, pudiendo contemplar esos colores más cálidos ante el amor pasional, y descubriendo aquellos colores más pacíficos, como un amor tranquilo, profundo a veces como el océano azul.
         Amores de novelas, amores llenos de aventuras, los que se visten de misterios; amores clandestinos, amores que cruzan fronteras. Amores que llegan cuando menos se los espera, amores que nutren al corazón de una manera particular; llenan el alma, se regocijan en risas y caricias. Amores esenciales, amores que sacrifican, esos que iluminan. Amores únicos e indescriptibles. Amor, amor, amor. Amor como el que hoy inunda mi corazón, amores como el que hoy hacen que mi sonrisa lleve su nombre.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Y si...

A veces el corazón no necesita entender todo lo que está a su alcance. A veces el corazón tiene razones que la razón no puede entender. Y como no siempre logramos comprender lo que nos sucede a nosotros mismos, ¿por qué esperar entender lo que pasa por la mente y el corazón de otra persona? Debemos comprender que cada uno vive en un mundo particular, donde sus fantasías son únicas y las realidades, diversas. Aunque haya una sola para el mundo en general, cada persona tiene una realidad que se asemeja a sus gustos.
Pero más que la realidad, es la imaginación la que nos hace volar, volar, y llegar muy alto. Porque hay sueños, objetivos por alcanzar, personas que de una u otra manera, queremos que formen parte de nuestro futuro. Y a veces, a veces no todo está a nuestro alcance. Y no es porque no se pueda, o porque no se pongan las fuerzas necesarias para lograrlo; sino, que simplemente es una decisión mutua, algo que no sólo está en nuestras manos, que queda en las de alguien más también.
¿Qué mejor que lograr la compañía de esa persona que deseamos tener a nuestro lado, compartir una sonrisa por las mañanas y un buen beso por las noches? Pocas cosas superan este sentimiento, y sin embargo, son una cantidad extrema las que se encuentran en una probabilidad aún mayor de ocurrir. Dejando entonces, la posibilidad de un amor correspondido, en una ínfima probabilidad, desesperanzando a todo aquel guerrero que se cruza con una princesa, aumentando el riesgo de que ella jamás conozca que él es quien salvó su vida. Y estas cosas no sólo ocurren en los cuentos de hadas, duendes y castillos mágicos… Esto ocurre en esas realidades, en la vida cotidiana, en el ayer, hoy y mañana. Puede ser por miedo, por no querer correr riesgos, que no tomamos decisiones, las cuales más tarde lamentamos no haber tomado. Y ahora se puede pensar: ¿por qué no haber dicho algo, por qué no expresar los sentimientos que ardían en el pecho? ¿Por qué no luchar?
Y a causa de las realidades anteriores, de las situaciones imaginarias, de las fantasías y anhelos, es que las situaciones suelen malentenderse. O que solemos imaginar que algo está, cuando en realidad brilla por su ausencia, y simplemente tiene un lugar en nuestras mentes creativas. Sin embargo, creo que siempre debe haber algún indicio que permita a la mente ir más allá de la realidad, una pista que el destino interponga en el camino, para que nuestra cabecita juegue con los deseos.
Y es por eso que entendí por qué no hay que acostumbrarse a hablar las 24 horas del día con una persona. Porque cuando ya no hay palabras, ya no hay un “buen día”, un “buenas noches, que descanses bien”, significa que ya nada queda. O sí… Puede haber, pero no hay lugar en la realidad para dejarle espacio y permitir que eche sus raíces, logrando crecer con el tiempo. Porque uno puede querer, el otro puede desear, pero para poder lograr, hay que jugar, hay que sacrificar, y no siempre… No siempre se logra triunfar. Porque se puede querer, pero no se decide intentar.
Y todo queda en nada… Todo queda en lo que pudo ser. Y queda la duda del saber qué hubiera pasado de haberlo intentado. ¿Hubiera funcionado, hubiera sido una piedra en el camino o una alegría flamante? ¿Qué hubiera sido? Y no hay respuesta lógica, porque de verdad… no la hay.  Pero siempre queda la duda, y siempre va a quedar: la duda de qué hubiera sido entre los dos, entre él y ella.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Enamorarse: ¿Cosa de una única vez o de ocurrir en repetidas ocasiones?

¿Existe el hombre indicado? ¿Existe esa mujer perfecta, capaz de darnos todo? ¿Existe aquella persona que es capaz de hacer nacer miles de mariposas en nuestros estómagos, de iluminar nuestros caminos en medio de una ciudad oscura?
Claro que sí. Existe. Sin embargo, no es como todos señalan. Yo no creo en eso de un único amor. No hay una única persona a la cual se ame con todas las fuerzas a lo largo de la vida. A mi parecer, hay muchas.
Nos insertan desde pequeños esos cuentos de hadas, esas historias en las que el amor logra triunfar, en las que hay un solo príncipe esperando al final del camino, en un castillo majestuoso. Y en la vida real, a decir verdad, eso no ocurre. O sí. Ocurre, pero las probabilidades de que justo seas quien logre vivir esa experiencia, son ínfimas. Y de serlo, muchas veces los momentos que se comparten con esa persona, la cual creemos “la indicada”, son efímeros. No duran más que un par de días, meses… A veces llegan a ser años, pero cuando el tiempo excede lo que nuestro cuerpo puede albergar, ya no hay nada más que hacer. Y esa persona nos deja, y nuestras vidas pierden su rumbo, el cual creíamos tener anclado.
Esa persona que ya no pertenece a nuestras vidas, debe salir de ella, o mejor dicho, debe salir del corazón. Y… ¿qué nos queda entonces? Por un tiempo, se puede tener un vacío sentimental, el cual creemos no poder llenar con nada. Un agujero, el cual sospechamos que jamás podrá volver a ser un pozo cubierto de sentimientos que nos alegren el alma, que nos llenen de felicidad.
Pero no todo se da así. En un momento inesperado, aparece alguien que es capaz  de llenar ese rincón. Alguien quien quizás, no creíamos podía darse a conocer, interponerse en nuestros caminos, en nuestras vidas. Y sin embargo, ¡¡ocurre!!
No creo en eso de querer a una sola persona, en la “única persona correspondida”. Sí, creo en el amor profundo que se le puede tener a alguien, en ese sentir que se da todo por el otro, aún sin esperar nada a cambio. Después de todo, ¿de eso se trata el amor, no? Entregar sin esperar recibir nada a cambio. El amor no es una negociación, es un intercambio, una interacción; es una fórmula química que permite crear nuevos elementos. Átomos que se complementan y logran formar algo, que solos, jamás podrían haber hecho.
No creo en eso de “enamorarse una sola vez”. En la vida, hay muchas personas que nos van a correspondes. A veces las conocemos, a veces no. Solemos cruzarles y ni imaginar que ellas podrían ser la pieza faltante para completar nuestro rompecabezas. Una persona capaz de cubrir el espacio que otra no supo llenar, o que no estaba destinada a cubrirlo por siempre.
Por eso, muchos esperan un amor épico. Esperan a la persona indicada. Y así, se olvidan de vivir. Se olvidan de creer que esa persona puede ya estar en sus vidas, puede estar llenando sus almas, iluminando sus caminos, de una manera implícita. Y se olvidan de vivir el presente, se olvidan del disfrutar la sonrisa en un rostro que aparece en tan sólo una milésima de segundo. Se encierran en un cuento mágico en el que solo una persona puede ser el héroe o la salvadora. Y se olvidan que la vida no es un cuento, no es una historia. La vida es un libro que se escribe día a día, en el que el destino lo escribe cada uno y el autor es quien puede elegir. Y si en tu vida crees que se puede encontrar a más de una persona de la cual te podes enamorar, entonces, ese es tu destino. No encerrarte en el amor a una sola persona, la cual puede haber ya desaparecido de tus horizontes; sino, creer que siempre, siempre, va a haber alguien que pueda ser el nombre de tu sonrisa. 

martes, 29 de octubre de 2013

Piel a piel, va creciendo la pasión. Sus manos se entrelazan, una risa en medio de un beso delata la confianza que habita entre ellos. Una habitación a oscuras, donde solían encontrarse para desencadenar aquello que los unía. Quizás no era demasiado, quizás lo era todo. Nadie podría decir nada al respecto, salvo ellos. 
Cierta vez, en algún momento lejano de sus vidas, sus corazones se habían unido, de una u otra manera. ¿Podrían seguir en ese rumbo? ¿O ya se encontraban en caminos diferentes, con simplemente un puente de por medio, que permitía leves cruces en sus vidas? Fuera cual fuera la situación, en ese momento no importaban las causas, los efectos. Solo ellos. Ellos y la oscuridad que inundaba la habitación. Sus besos y su piel la iluminaban fácilmente, hasta que la propia luz del amanecer comenzaba a destellar en un pequeño rincón.
Un abrazo que desnudaba no sólo sus cuerpos, sino también el alma. Él no dejaba que sus sentimientos, sus pensamientos fueran leídos, como quien lee un libro durante un viaje vacacional. Pero ella… Ella era un informe sobre sentimientos, pensamientos y esperanzas publicado en el diario semanal. No todo se leía a la primera, sino que eran necesarias varias vueltas de esas hojas que poco a poco se tornaban amarillas, debido al paso del tiempo. Ella despertaba recordando los celos que solían desconcertarle, las ganas de pensar que podrían ser algo más. Pero nada le garantizaba un beso, un abrazo más.
Y era en ese preciso momento, en que su mente se veía atormentada por la duda de seguir o de retroceder. De parar, de continuar. ¿Qué hacer? Compartir un par de noches no los unía de por vida, pero sus miradas indicaban que había algo más que una simple amistad, algo que trascendía y terminaba en un cariño inexplicable. Sin embargo, ella solía recordar cómo él la hacía sentir, de alguna manera, especial. Y es que ella, en un beso suyo siempre encontraba la paz.

viernes, 4 de octubre de 2013

Certifico por este medio, que si apruebo ambos parciales, los cuales cuentan con una preparación no mayor a 5 días, prometo… ¿Prometo? ¿Qué prometo? No tengo nada que prometer, no tengo nada en mente que pueda cumplir en caso de… No ahora, no al menos en este preciso momento.
No cuento con amores imprevistos, ni mariposas revoloteando en mi panza. No tengo miedos posibles que ericen mi piel, motivo por el cual podría proponerme una superación a tal inseguridad. No hay algo desconocido inquietante en mi ser, solo yo. Solo yo.
Yo y mis libros. Mis libros y yo, para ser más correcta. ¿Qué más da? Somos nosotros, ya nos estamos complementando demasiado bien… ¡¡Un progreso!! Qué bueno encontrar la solución a lo que antes sí me perturbaba, a lo que antes sí era una promesa a cumplir.
Sin embargo, quiero prometer que voy a cumplir algo, a alguien, a mí, a quien sea, pero algo… Recompensa de un entretenido juego del tiempo en el que las agujas no dejan de girar, los minutos se agotan y cada vez queda menos para rendir. La prueba final, aunque no tan final, del conocimiento. ¿Recompensa de un ‘aprobado’, premio al logro de superar mis propias expectativas? Mmm, quizás.
Pero… ¡qué adelantada soy, che! Ni siquiera terminé de estudiar, y ya pienso en el pos-examen. Muy gracioso, muy incorrecto e inesperado. Tiempo al tiempo, pequeña. No hay que apresurar las cosas, porque la vida tiene su propio rumbo, sus propias reglas y tiempos. Nada, NADA, debe salirse de contexto. Entonces… ¿Para qué correr algo que quizás no está a nuestro alcance, pues no es lo que corresponde? ¿Si corro, corro el éxito, corro el sí, persigo la recompensa, y no hay nada al final? No recompensa, no sí, no final, no nada. Posible. Demasiado posible teniendo en cuenta las probabilidades de llegar. ¿Y? Sin embargo, apuesto al sí, al premio final, al obtener lo buscado. Nunca bajar los brazos y mantener las esperanzas. Apuesto a que sí, ¡sí voy a poder!

Dos días menos, restan 3. Simplemente dos quintos de una materia están preparados, quedando por entonces los tres quintos correspondientes a la que se rendiría en las primeras horas de la mañana de un caluroso día armonioso. Que quizás sea lluvioso, quizás nublado… Pero para mí, soleado y brillante, día especial. Y me voy de tema, como siempre que me voy de tema al escribir.
Y la otra… La otra pasada de libros, módulos, fotocopias, apuntes y resaltadores alegrando la monotonía descriptiva, caracterizada de una matera extensa como solo ella puede serlo.
¿Llegaré? Claro que sí… Llegar, voy a llegar. Si es ahora, no lo sé… Si es después, lo veré. Pero llegar, llegaré.

lunes, 26 de agosto de 2013

Abrázame. No me sueltes, que aunque yo tenga que aprender a volar, hay muchas cosas a las cuales todavía no sé entregarme. Muchos lugares a los cuales no sé llegar por cuenta propia, muchos problemas y no les encuentro solución alguna.
Aunque deba aprender a desplegar mis alas, por momentos siento que debo acobijarme bajo las tuyas, para sentir que estoy protegida y cuidada, para sentir que hay un refugio. Un refugio especial, para mí, en tu corazón.  Aunque mis alas vayan creciendo poco a poco, el miedo me inunda de vez en cuando.  Es parte del proceso, ¿no?
Un abrazo que me llene el alma, que me de fuerzas para continuar. No es que me caiga, no es que me desvíe… Simplemente, simplemente necesito más afecto, más cariño que el habitual. Creo que me había acostumbrado a ese abrazo continuo… Y ahora, cuesta despegar. Varias veces ya me he sentido así, y aún faltan infinidades de momentos en los que el sentimiento me invada otra vez. Es cuestión de aprender a sobrellevarlo, a buscar la solución. Y al hacerlo, estarían naciendo mis alas. Esas alas que van a ayudarme a volar de acá en adelante, las alas que me van a permitir recorrer todos aquellos lugares del mundo a los que quiero ir, todos esos rincones mágicos que quiero conocer.
Con el tiempo, aprendo a crecer. No hay un manual de instrucciones para esto, simplemente se aprende del ensayo y error, de las experiencias propias. Y de las ajenas, también. A veces se aprenden lecciones enseguida, otras necesitan ser machacadas un poco más.  Así de tercos solemos ser. Pero no significa que no podamos aprender, que no podamos crecer. No aprender inmediatamente no significa que nuestras alas jamás se desplegarán… Sino que simplemente, cada uno tiene diferentes tiempos, distintos ritmos.
Por eso, aún no estoy del todo lista. Necesito ese abrazo que me calme, que me devuelva la tranquilidad de sentirme refugiada. Porque es en tu abrazo, en su abrazo, en el que puedo dormir a la espera del porvenir, sin miedo alguno. 

jueves, 30 de mayo de 2013

Háganle saber que su boca me vuelve loca, que anhelo sus manos en mi cuerpo, sus besos en mi cuello. Cuéntenle que su cara aparece de vez en cuando en mis sueños, que su risa ilumina hasta la habitación en mayor penumbra. Que no se pierda. Que no se pierda esa llama de felicidad que solamente él sabe irradiar, ese rayo de luz capaz de iluminar un día horrible, un día sin sonrisas.
Cuéntenle. Cuéntenle que me gustaría una oportunidad, una diferente. Algo imposible o siquiera inimaginable para él. ¿Y qué? En temas del amor, no hay nadie que esté exento de locura. El amor es locura, por lo que ¿por qué no permitirse un poco de eso? Me encantaría poder ver en sus ojos una mirada que no sea la usual, que no es la misma que delatan sus ojos desde hace varios años.  Pero ahí aparece algo temible. El miedo inunda mi ser, invadiendo cada rincón disponible, fomentando la timidez y la desesperanza.  ¿Miedo al rechazo, quizás? Miedo por esto, o por aquello… Pero, miedo al fin. Miedo a no saber cómo actuar, si arriesgar una vez más, intentarlo, jugársela… O dejar todo acá, quedarse en el molde y tomar otro rumbo. Elegir un camino diferente, y quedarse con la duda del “qué hubiera pasado si…”.

¡¡Pero cómo me gusta verlo sonreír!! Cuento los días que faltan para verlo, para intercambiar una sonrisa, para gastarle una broma. Cómo me gustaría ser quien despierte a su lado, quien lo abrace tras una situación devastadora. Mirarlo y comprender que no hace falta explicar lo que se siente, sino simplemente, sentirlo. Y sin embargo, acá estoy. Firme a la indecisión de mi destino, firme a la inquietante elección.

La duda está en qué camino tomar, en cómo seguir de acá en adelante… O en qué podrá él querer.

miércoles, 22 de mayo de 2013


Atracción. Un síntoma usual para los humanos, para aquellos que gustan de observar a las personas que están en su vida, más allá de amistades y lazos familiares. Sino, observar esas personas que están en nuestra rutina, y sin embargo muchas veces no intercambian palabras siquiera.  O miradas. O intercambian ambas, ya se sabe cómo es este tipo de cosas.
Atracción física. Una sonrisa magnífica, unos ojos matadores. Facciones, gestos, el color del pelo, las uñas, la forma de vestir.  Los aspectos en los que más solemos fijarnos, los primeros que captan nuestra atención. Sin embargo, hay personas que logran mucho más, que despiertan en nosotros algo más.
Personas que son interesantes de algún modo diferente, no solo por su físico, sino que tienen algo más. Un algo más que cautiva. Un algo más que hace todo un mundo interesante, un mundo el cual queremos conocer. Hay personas que generan en nosotros un desafío. Personas que nos dan intriga, nos hacen cuestionar cosas que antes ni pasaban por nuestras mentes.  Personas que nos introducen en un mundo nuevo.
De vez en cuando, quiero creer que a todos ha de pasar… De vez, de vez en cuando suele suceder que nos percatamos de una persona que nos puede o no atraer físicamente, pero que sin embargo, tiene ese algo que ya dijimos, un extra. Ese algo más que, de cierta manera, nos hace cuestionar.
Y a veces, muchas veces, estas personas son extrañas a nosotros.  Alguien que casualmente cruzamos en la calle, alguien que apenas conocemos. Y de todas maneras, buscamos la forma de acercarnos más, de introducirnos en su vida para lograr llegar a descubrir qué es lo que nos atrae tanto, qué es lo que mágicamente  nos enloquece.  Qué de su personalidad, de su forma de ser, nos desestructura, nos desarma, nos intriga.
Sinceridad, inteligencia, honestidad… Pero al fin y al cabo, todas llevan la misma fórmula: una dosis de curiosidad, de misterio. Una pequeña gota de algo, que nos desvela por las noches y nos ilumina el camino de la imaginación, y en un rincón lejano, en un rincón muy lejano, parece ser que nuestro mundo ya es compartido. Un mundo donde existen las respuestas, la curiosidad es resulta y todo concluye sin más. 

domingo, 5 de mayo de 2013

Todo depende del lado en que lo mires.


Si alguna vez decidieras mirar, a este algo que es algo más que una amistad. Si alguna vez decidieras mirar, darme una oportunidad, prometo que no te arrepentirás.
Prometo que los años que pasamos desde que éramos pequeños, se convertirán en años de vejez, cuando nos sentemos en el campo y recordemos estos buenos tiempos.
Si alguna vez decidieras mirar, cambiar la perspectiva, prometo brindarte lo que podría llamarse una era de oro respecto al amor. ¿No depende de eso cada mirada: de la perspectiva que uno le da?
Pensar en mí como alguien nuevo, que puede abrirte puertas a un nuevo mundo, que puede enseñarte cosas y, al mismo tiempo, ser tu aprendiz. Pensar en quien un día pueda secar tus lágrimas, y levantar el ánimo tras un mal día. Quien te espere con la cena servida después de un día laboral. Quiero ser esa persona que cuando ya sea mayor, siga mirándote como cuando era una niña. Solo se trata de una oportunidad. Pero no. Así  no.
Continúa la vida como siempre lo fue. Y yo sigo esperando esa nueva forma de ver, esa mirada en tus ojos demuestren tus celos y me diga: “No bailes con él, baila conmigo”. Que me mires y me demuestres que deseas eso, deseas estar entre mis brazos y dejar que mi cuerpo se acurruque entre los tuyos. Simplemente, que me mires. Que me mires desde otra perspectiva. ¿Quién dice que es imposible?


martes, 30 de abril de 2013

L'amour est magique.


¿Por qué soñamos, esperamos que la vida nos presente un amor de novela?
Quizás es de tanto verlas, de tanto ver esas películas donde el amor suele triunfar, donde todo es de color rosa tras una tormenta, una avalancha de peleas con nuestra pareja. ‘El amor es mágico’ alguien dijo una vez.
Como pude notar otras veces, el amor es el sentimiento más fuerte que puede existir. El que mayor felicidad puede brindarnos. Pero también es aquello que más nos destruye cuando no lo tenemos, cuando lo hemos perdido o cuando no queremos sentirlo. ¿Quién puede vivir sin siquiera querer algo, alguien en su vida, a su lado? Dudo que alguien pueda sobrevivir a una situación tan fría y llena de soledad.
De vuelta a lo que esperamos de nuestra vida amorosa: ¿por qué una historia perfecta? ¿Por qué una historia donde el amor logra vencer a todo lo demás?
Será que se siente maravilloso salir victorioso tras varios obstáculos. De seguro que sí. No hay nada más satisfactorio que intentar algo. Pero por sobre todas las cosas, lograr lo esperado, cumplir nuestro objetivo, en el que pusimos empeño.
Ansiar la compañía de alguien a tu lado, es algo normal. Esperar a que ocurra, es algo que se deja a los pacientes y esperanzados. Hacer que ocurra, solo es apto para los valientes. Pero repito: el amor es mágico. Sí que lo es. El amor es mágico, es una controversia entre la extrema felicidad y la tristeza más profunda. Sin embargo, es lo que mi vida busca en este momento.
Que conste que del amor que se habla, es de ese amor entre dos personas que se pueden observar por horas sin siquiera decir algo, que su sonrisa va a quedar intacta. De esas personas que sostienen sus manos, que se complementan para ser uno. El tipo de persona que desea la felicidad del otro, cuando ésta quizás no esté destinada a ser a su lado. No quiere decir que el amor de un padre, de una madre, de un hermano, de un amigo no sea esencial para la vida. Pero hoy… hoy me enfoco en este tipo de amor. El amor que despierta mariposas en algunas panzas, el amor que eriza la piel, el amor que es tan fuerte, que es capaz de cruzar desiertos y océanos. Sí, ese amor que todos soñamos alguna vez.
Una gran preocupación es cuando debemos olvidar a algún amor que dejamos tras nuestro andar, pero que sigue ahí, en un pequeño rincón de nuestro corazón. Olvidar a alguien que nos hizo sufrir, que ya no está a nuestro lado por alguna fuerza ajena a lo mágico del amor. Pero, olvidar a alguien puede que no sea la mayor preocupación. De lo contrario, tener que olvidar a alguien que ya no está en tu vida, pero sí en tu corazón, te hace recordar que una vez amaste, que una vez quisiste. Te hace recordar esos buenos momentos que pasaron juntos, lo bien que se sentía su presencia a tu alrededor. Lo mágico que era cuando estaban juntos, cuando no había razón alguna para estar triste. Ese amor que quizás ya no, pero ese amor que era completamente real. Y no necesariamente de una manera explícita. Este tipo de amor puede presentarse de maneras pequeñas, hasta extremas. Pero, al fin y al cabo… Es amor. Y, ¿qué mejor que haber amado, que haber querido?
Pero… ¿qué queda de nosotros cuando hemos olvidado un amor y sin embargo, no sentimos nada por nadie? Está esa duda entre pensar qué es más doloroso: si un amor al que debemos olvidar, o la desesperada búsqueda de un amor, que nos haga sentir plenos de nuevo. Bastantes inquietantes ambas situaciones. Pero como ya dije… Para olvidar, hay que recordar. Y no hay nada más hermoso que haber sentido amor.
Y el amor es mágico, pero simplemente no siempre logra triunfar. La vida real no es como los cuentos de hadas y duendes. No todos los amores están escritos en las estrellas. Algunos simplemente fueron escritos en la arena, para dejar enseñanzas, lecciones de vida para los amores del porvenir. Amores, que después de un determinado tiempo están destinados a terminar. Pero todo amor tiene algo en particular, que hace que deseemos amar de nuevo.
Por eso, el instinto humano está en amar, en sentir. En sentir que somos alguien especial. Pero que esa especialidad, la sintamos porque alguien logra despertar un centenar de sentimientos dentro nuestro. Alguien que nos haga sonreír de una manera distinta a los demás, alguien que nos mire y nos dé vuelta el mundo. Alguien como vos…. Alguien como vos. 

miércoles, 17 de abril de 2013


“Mi pumple feliz”

¡¡Felices 19 para mí!!


lunes, 8 de abril de 2013


Tres años. Hace tres años, mi situación sentimental era más desordenada que la habitación de un adolescente, en pleno verano. Mi humor sufría altibajos, como también lo hacía mi corazón. Tras una situación devastadora para mi sensibilidad característica, nada me resultaba de buena vibra. A todo le buscaba una falla, al gato, una quinta pata y a mi vida, una razón. Claro, era el corazón roto de una niña enamorada por primera vez. Dicen que golpes duros, como el primer amor, sirven para madurar, para dar un giro al camino que está tomando nuestra vida. Sirven para cambiar, para mejorar.
El mundo se deshacía en mil pedazos, no me encontraba a mí misma. Había olvidado por unos días lo que era sonreír. Las nubes se tornaban diariamente en grises, mi sol se apagaba, las flores se marchitaban y no sólo a causa del otoño estacional. Lágrimas recorrían mis ojos todas las noches cuando me encontraba en soledad, como un río fluyendo a causa de una buena corriente. Y muchos sentimientos más, los cuales quienes han sufrido desilusiones por un primer amor, podrán reconocer.
Siempre hay algo que nos saca de ese abismo, que nos devuelve la mirada de un mundo lleno de colores, un mundo en el cual vale la pena vivir. Un mundo para el cual regalar una sonrisa. Un amigo, otro amor, una sonrisa, una situación aún más devastadora que la nuestra, nos permite comprender que vale la pena sonreír.
¿Cuál fue mi salvación? Familia y amigos, como en cualquier situación. Ellos saben qué es lo necesario para hacer nuestro rostro
 brillar. Para llenarlo de felicidad. Pero también alguien que destaca, fue parte de mí, parte de ese momento. Esa persona que me brindó su mano, sus brazos para reposar mi tristeza, mis miedos. Un amigo, mucho más que un amigo. Para mí, hasta hoy en día, a pesar del tiempo que recorrimos, no lleva etiqueta. No se puede definir qué es, qué lugar ocupa en mi vida. Solo sé que es un lugar importante y apreciado.
Recuerdo el momento en que mis lágrimas corrían una carrera por mi mejilla, para ver cuál tocaba tierra primero, pero una mano las frenó, borrando, sacando esa tristeza de mi rostro. Sus palabras hicieron que mis ojos se enfocaran en los suyos. Faroles que demostraban seguridad para mí, que mostraban confianza y un buen corazón que me abría las puertas. Un abrazo. Y más llanto. ¡¡Cuántas lágrimas, ¿no?!! Pero a pesar de las lágrimas, pude encontrarme a salvo. Sus brazos podían llamarse ‘hogar’, pues me brindaban protección. Es raro hablar así, de alguien de quien siquiera estoy enamorada, o tenga lazo de hermandad. Como dije antes, no lleva etiqueta. Al menos no para mí. Fue una perfecta coyuntura. Y haya sido lo que haya sido, fue para mi bien.
Hoy, tres años después, puedo seguir sintiendo ese abrazo que califico dentro de los 5 mejores de mi vida hasta el momento. Su calidez, su sinceridad oculta. Y no sé por qué ahora, este momento se remonta en mi memoria. Simplemente lo hace. Y como en ocasiones anteriores, su persona logra sacar una sonrisa en mi rostro, sin siquiera estar presente en el momento. 

miércoles, 3 de abril de 2013


La gente suele caminar sin siquiera pensar que primero debe mover un pie y luego el otro. Es algo que realiza sin pensar en detalle cada movimiento. Lo mismo ocurre a veces, cuando hablamos o actuamos. No se piensa en cada parte que conlleva una acción.
Solemos decir cosas, que quizás sentimos, quizás no. Pero al decirlas, generalmente alguien está del otro lado, escuchando. Creyendo en nuestras palabras, imaginando el porvenir consecuente de ese discurso. No sólo nos definen nuestras acciones, sino que nuestras palabras también. Al hablar, creamos ilusiones en nuestro oyente, creamos un mundo basado en nuestras palabras, dejando a un lado nuestras acciones. Hablamos sin pensar.
No siempre se actúa en base a nuestras palabras, a veces incluso nos contradecimos. Decimos una cosa, luego actuamos de una manera distinta, sin importar qué palabras habíamos vendido. De esta manera, lastimamos a quien quizás ni tenemos intención de lastimar.
Decimos algo, sin siquiera haber pensado si eso es lo que realmente queremos, si es lo que buscamos o lo que estamos dispuestos a dar. Vendemos una historia, vendemos un sentimiento, vendemos una mentira. Vendemos algo que no es.
Por eso, debemos pensar antes de hablar, pensar antes de actuar. Intentar no lastimar a quien queremos, intentar no lastimar a quien ni siquiera conocemos. Ir con la verdad siempre de frente.
Siempre sostuve bien firme que es mejor una verdad que duela a una mentira que ilusione. Se sabe bien que el dolor tras una ilusión es mucho más profundo que el de un golpe duro y seco.
Piensa. Piensa antes de actuar. Piensa antes de hablar. 

lunes, 4 de marzo de 2013

[continuación 07/12/12]


Tiene miedo. No por nada en especial, pero Amira tiene miedo y no quiere demostrarlo. No quiere admitir que piensa en él más de lo que debería. Piensa en él, a pesar de ser alguien prohibido. Al menos, ahora lo era. Quizás antes no, pero así estaban las cosas ahora para su príncipe y ella. Pasaban los años, y sin embargo, él encontraba una manera de ser su debilidad, una variable constante en la ecuación. Sin darse cuenta, él seguía de pie, ahí, en algún rincón de la vida de Amira.
Sin verlo, sin tocarlo ni siquiera a veces hablar, ella pudo sentir que él era alguien único. Y de verdad que lo era. Amira sabía que él merecía mucho más de lo que en realidad obtenía, pero sin embargo, no había nada que ella pudiera hacer. El destino lo quiso así, por algo debía ser.
No había cartas en las manos de Amira que la habilitaran a hacer una jugada en lo que respectaba al francés de ojos claros. Ella estaba dispuesta a ofrecerle una mano, un abrazo o hasta un beso quizás, pero no había manera de que eso pudiera prontamente suceder. Amira simula, pero a veces la mente no tiene escapatoria: los pensamientos recorren y no encuentran salida, se encuentran en un laberinto sin salida. No podía borrar los recuerdos, no podía borrar las ilusiones que sus sentimientos despertaban en ella. Amira imagina. Imagina situaciones de tener a su príncipe al lado, imagina un abrazo como ya antes han presenciado.
Jamás quiso admitir nada de todo esto, y ella sostiene que todo debe seguir así. Amira no puede demostrar lo que recorre por su mente, no puede dejar que sus sentimientos se interpongan. Nada de eso está en sus planes, nada puede arruinar lo poco que quedaba entre ellos.
Bajo la glorieta del jardín, una tarde de verano, una damisela le sirve el té en una pequeña taza de porcelana belga.  Amira lo extraña, no lo puede negar. Quisiera poder abrazarlo, quedar rodeada entre sus brazos y saber que ahí está protegida, como otras tantas veces él supo cuidar de ella. Extraña su risa, esa risa contagiosa tras una travesura realizada en uno de esos tantos eventos que compartían. Amira lo extraña, pero no había nada que pudiera hacer, simplemente extrañar a su príncipe francés. Y esperanzada, esperar a que un día volviera.

viernes, 7 de diciembre de 2012



Amira despierta. Abre sus ojos claros, los cuales inmediatamente se sitúan en la ventana. Camina hacia ella y abre las puertas del balcón, tal como un día decidió que abriría las puertas de su corazón. Observó el brillo del sol, disipando entre las nubes y luego, bajó la mirada hacia el jardín. Allí, se encontraba quien menos esperaba ella ver. Entró inmediatamente en su habitación, con una actitud desesperante por arreglarse.
Era de no creer que su amigo francés caminara por su palacio. Amira se despoja de su vestido blanco, con el cual quedó dormida la noche anterior. Abre su armario y no sabe qué vestido elegir, qué prenda lucir. Debía ser el vestido perfecto, quizás era la única oportunidad en la que podía demostrarle a su amado, lo que en realidad sentía por él. De todos modos, algo raro había en su rostro. Un poco de miedo se notaba en su sonrisa y en sus ojos grises. En eso, una de sus damiselas golpea la puerta y Amira le indica que puede pasar. Ella le anuncia que el príncipe de Francia, le estaba esperando en el hall. Nervios, ansiedad, desesperación y alegría. Varios sentimientos eran los que reposaban en la cabeza de la princesa belga, mezclándose como lo hacen las nubes con el mar, en el horizonte que se aprecia del otro lado del castillo.
Con un vestido azul marino, y su adorado moño dorado sobresaliendo entre sus rizos, esboza una sonrisa frente al espejo. Pestañea y el miedo recorre su cuerpo. ¿Miedo a ser rechazada quizás? Nada importaba sobre su compromiso, dispuesto por su padre, el rey. En esos momentos, su mente estaba sumergida en alguien más. Definitivamente, ella no quería causar problemas, ni en su mundo, ni en el de su amado. Pero a veces, los sentimientos están dispuestos a saltar de la boca y ser oídos por los demás, aún cuando el dueño no está listo para escucharlos. Así se sentía Amira.
Sale de su habitación, dirigiéndose al hall. Se asoma y ve al francés, sentado, esperando por ella. Baja las escaleras e inmediatamente, él clava la mirada en ella, su vestido, sus ojos, su cabello. Sonríen mutuamente, él besa su mano y luego, clava sus ojos celestes en los grises de ella. Amira sentía que su presencia era única. Y sí, lo era. Nadie había ocupado el lugar que su amado ocupó durante tantos años. Era un amigo, sí, pero se convirtió en mucho más que eso, sin siquiera buscarlo.
Caminata por el jardín, retomando viejas historias, anécdotas. Intercambiaron risas, palabras, miradas y gestos que entre ellos, comprendían como nadie. De alguna manera, Amira creía que había algo especial entre ellos, algo más que una amistad. Quizás era verdad... O quizás era una sola ilusión, confusión de sus sentimientos nunca admitidos. Y así iban a continuar, hasta que considerarse el momento adecuado para demostrarlos o asumirlos. 

¡Cómo extrañaba Amira esas risas compartidas con su francés! Todo era brillante, como el día reluciente bajo el cual se encontraban. Mucho de lo que había entre ellos, era imperceptible para los demás. Pero si ellos lo sabían, ¿era necesario que lo supieran los demás? Amira no sabía qué era lo que sentía por su amado en realidad. Sabía que algo era, pero no lo que eso significaba. También notaba que su amigo, algo ocultaba bajo su armadura, pues de vez en cuando sonreía como antes hacía a quien era su pareja de baile. Pasaron las horas, tomaron el té en la glorieta, rodeados de tulipanes azules, los preferidos por la princesa belga. Él se percató de su arreglo especial en su rizado rubio. Se apreciaba cómo el moño dorado, relucía entre su cabello, una vez más. Cayendo el atardecer, él decide retomar sus pasos y volver a su hogar, donde deberían estar esperando por él. Como si nada, se despiden. Una despedida efímera, comparada con el tiempo celebrado entre ellos. El príncipe francés la saluda y despide con un "nos veremos pronto, amiga mía". Sube a su caballo y parte hacia el palacio real de Francia. Pero atrás, atrás dejaba un corazón desorientado. Amira, desconcertada, no comprendió a qué se debía el "amiga mía", después de las largas horas que habían pasado juntos. O quizás si comprendía la razón del mismo, pues ambos estaban destinados a comprometerse con personas elegidas por sus respectivos padres. Sin embargo, ella no quería creerlo. No quería saber que otra besaría sus labios y desnudaría su cuerpo, pero por sobre todo, su alma. Observa cómo su amado francés se aleja por el horizonte, rodeado de sus guardias.
Como si fuera magia, el sol refleja por entre los árboles que rodeaban la entrada del castillo, provocando cierto destello en su rostro, en su decepcionante rostro. Una pequeña lágrima recorría su mejilla. Amira no sabía por qué sucedía lo que sucedía; sin embargo, una despedida más, entre ella y él, quedaba atrás. Un momento más en el que esbozaron sonrisas, miradas, y quien sabe, quizás esbozaron sentimientos. 

lunes, 26 de noviembre de 2012


Otra vez. Una vez más. Una vez más me invade este sentimiento que creía enterrado. Me equivoqué, una vez más. Creí haber cerrado las puertas necesarias, haber atado los cabos sueltos.
El sentimiento continúa, y por más que intente, no puedo borrarlo como si nada. Aunque quiera, me esfuerce, parece que siempre va a estar ahí, de un modo u otro, va a encontrar la manera de apoderarse de ese pequeño rincón que es suyo. Suyo y de nadie más. Eternamente agradecida. Si, eso es verdad. Eternamente agradecida de haber sentido algo tan hermoso, tan profundo, pero por sobre todas las cosas, algo tan real. Y lo más importante, es que en algún momento, fue correspondido, fue un sentimiento mutuo. Y eso… Eso vale oro.
Pasa el tiempo. ¡Vaya sí que pasa! Recuerdo hoy, el miércoles soleado que nos gobernaba hace 56 meses. Sí. Cuatro años y ocho meses. Miércoles en que nos besábamos por primera vez.  Caigo en que todas esas frases que un día simplemente utilizaba para demostrarte cuánto te quería, tienen un significado mucho más allá de lo que en realidad muestran esas palabras. Detrás de cada frase hay un sentimiento. Quieras creerlo o no, cada frase, oculta un sentimiento que no se anima a resumirse a palabras que lo demuestren de forma directa.
Creí haber superado esta carroza de sentimientos, este amor que un día alimentaba mi corazón. Definitivamente, me equivoqué. Pero pude comprender, que cuando de verdad se quiere a otra persona, no hay distancia que alcance para dividir el sentimiento. Aun así, viviendo en otra ciudad, sin ver su rostro diariamente, y mi corazón sigue pensando en él, cada vez que la oportunidad se presenta.
La vida es una sola dijeron. Una sola para disfrutar. Me propuse superar tu ausencia, y continuar con mis días. Puedo decir que lo logré, hasta cierto punto. Superé el que mi felicidad dependiera de otra persona, porque puedo decir que hoy soy feliz por mi misma. Sin depender de nadie.
Puedo vivir sin mirarte, puedo vivir sin sentir tus manos sobre mi cuerpo, tus labios sobre mi boca, tus ojos reflejando en los míos. Pero no puedo vivir simulando ya no quererte. Aunque eso sea lo que quiero, no lo puedo negar. Querer a alguien es un sentimiento muy fuerte como para poder ocultar.
Hice lo posible, y es por eso que estoy tranquila. Jugué con todas las cartas que estaban a mi alcance. Quizás no arriesgué todo en las mejores jugadas, y me arrepiento. Pero nunca me voy a arrepentir de haber jugado todo en la que creí mejor y haber perdido. Perdí, pero fue una derrota que me llevo con la conciencia tranquila.  Hubo demasiado en juego, y quizás no lo supe aprovechar. Sinceramente, no lo sé. Pero sé, que por momentos anhelo una segunda oportunidad. Una segunda que sería cuarta, quinta ya a estas alturas. Pero una, una en la cual cambiaron muchas cosas entre los dos, en la vida de cada uno. Hubo aprendizajes y enseñanzas que nos hicieron cambiar varias cosas de nosotros mismos.
Quererte más de la cuenta no estaba en mis planes, sabía que era una mala inversión. Pero no puedo obligar al corazón a dejar de pensarte, a dejar de quererte. 
Ya no soy la niña que era ayer, que no tomaba riesgos por miedo a las consecuencias, cuando sabía que éstas podían ser graves. Hoy tengo un poco más de coraje, pero sin embargo, el pensar en una historia que nos una de nuevo, en caso de eso ser posible, me asombra, me desvela y en cierto modo, logra intimidarme.
Elegí quererte, querer tu risa, tu mirada, tu forma de ser. Elegí que seas vos quien llenaras mis días, quien me acompañara de la mano cuando el camino por delante era desconocido. Elegí luchar por vos aunque el costo de esa batalla fuera demasiado alto. Nunca me voy a arrepentir. Ni de lo malo, ni de lo bueno. Lo nuestro fue mágico, pero lo más real que viví también.
Elegí darte todas mis oportunidades, y que hagas de ellas lo que era mejor a tu parecer. Elegí entregarte parte de mi, parte de mis sentimientos, mi vida, mis días y mucho más. Elegí compartir hasta las cosas que uno a veces suele guardar para sí mismo. Elegí seguir queriéndote, a pesar de todo lo ocurrido entre nosotros.  Elegí que fueras la estrella que brillara en mi mundo, de modo que siempre me acompañaras, de día o de noche, saber que estabas ahí.
Lo único que no elegí fue todavía quererte. Año y medio después de olvidarte de mí, y sin embargo, el sentimiento está vivo como lo estaba hace cuatro años. No elegí que pasara el tiempo y mis ganas de besarte, abrazarte, hacerte el amor, siguieran como si nada, intactas en alguna parte de mi corazón. Sinceramente, no fue mi decisión. Pensé que todo iba a ser más fácil dadas las circunstancias. Pero no lo fue. No elegí esto, pero es lo que me toca. Es parte de lo que soy hoy y debo aceptarlo. No puedo negar la realidad. Seguir enamorada de alguien no es pecado. Pecado es no saber convivir con ese sentimiento. 

domingo, 30 de septiembre de 2012


Están quienes dicen que el amor nos hace sufrir, que por más que nos presente situaciones felices, en su gran mayoría, las situaciones negativas las superan. Si, el amor suele hacernos derramar lágrimas, pero es a causa de haber perdido algo tan hermoso como lo que antes teníamos, o por el simple hecho de anhelar algo con tantas fuerzas, al saber que eso que deseas es algo maravillosamente sensacional.
Yo pienso que el amor, cuando te hace sonreír es lo más bello que se puede ver, sentir. No hay risa mejor, que la que sale al pensar que segundos antes, tu rostro esbozaba una sonrisa, y esa sonrisa, llevaba nombre y apellido. Nada más bello que pensar en esa persona y sentir mariposas, nudos en el estómago. Nada más que esperar una simple ocasión para poder saludarla, así sea como amigos. El amor no necesariamente ocurre cuando dos personas enamoradas se encuentran a mitad de camino. El amor existe en todas partes. Simplemente, que no siempre nos percatamos de ello. El amor puede ser no correspondido y aun así, ser más fuerte que el de una joven pareja de enamorados que recorre la plaza diariamente.
Sonreír al ver una persona reírse, enamorarse cada día un poco más, perdiendo la cuenta de cuántas veces te dormiste pensando en su mirada. Enamorarse más de lo pensado, algo que no estaba entre los planes.
Es verdad cuando dicen que el amor llega cuando menos lo esperas. Cuando menos piensas que puede llegar alguien a tu vida para hacerte sonreír al tan solo ver que la otra persona te mira de una manera especial. Así, así me siento yo…
El amor es el mago más especializado en trucos de ilusiones, es aquel que mete un sueño en tu mente. El amor es como el sueño de un niño: todo quieres creerlo, y al creerlo, crees que puedes lograrlo. Eso es lo que hace fuerte al amor. El estar dispuesto a hacer cosas por el otro, para tan sólo verlo sonreír. Es maravilloso lo que el amor causa en las personas. Las cambia. Las cambia, a veces para bien, a veces para mal. Al fin y al cabo el amor, es un juego en el que dos personas se proponen ganar, a su manera y con sus propios objetivos, a veces involucrando una victoria para ambos, un empate o una victoria individual. Lo que sea, el amor logra puntos altos de felicidad en las personas, haciendo que se convierta en un mundo utópico, que se anhele a lo largo de la vida. La felicidad no es un lugar al que debemos llegar, es un camino, un modo de vida que hay que ir construyendo día a día.
Sonreír al despertar de un sueño en el que aparecía esa persona. Sonreír  ante la inevitable situación de imaginar una conversación, que quizás nunca, jamás se lleve a cabo. Loco, ¿no?
De alguna manera, el amor te hace sentir feliz, siendo o no correspondido. Porque se puede sufrir al no tener a la persona que quieres a tu lado, o porque no puedes llegar a conocer a quien quieres, pero el imaginar una situación junta a esa persona, es una sensación maravillosa.
Y aunque a veces, cuando lo miro, pienso lo mismo, por otros momentos lo puedo negar. “No estaba en mis planes enamorarme más de lo pensado”.  Pero, aunque quizás nunca tenga oportunidades de demostrar lo que siento, mirarlo y sentirme de la manera en que lo hago, es algo que pocos desearían no cambiar. Bueno... Enamorarme no era lo que esperaba, pero si pasó, ¿para qué evadirlo?

viernes, 14 de septiembre de 2012

Regálame una de tus sonrisas al amanecer, 
no habría nada mejor para un dulce despertar. 


domingo, 9 de septiembre de 2012

A veces pasa el tiempo y no nos damos cuentas, que el ayer, no simplemente está en el pasado, sino que está a años luz, y que no va a volver; no va a estar de nuevo ante nuestros ojos. Sí podrá estar en nuestros recuerdos, nuestra memoria, pero nunca más se sentirá de la misma manera, no como aquella primera vez que se sintió. 
Por eso, no te quedes atascado en el pasado, disfruta el día a día, no te detengas a pensar. Haz lo que te hace feliz, sin pensarlo dos veces. De hacerte feliz, es lo que realmente necesitas. Una sonrisa en tu rostro, significa tanto para ti, como para los demás, aquellos que te rodean. Sonreír es lo esencial.



martes, 28 de agosto de 2012


Puedo decirte qué se siente, pero lo más probable es que sintamos diferentes. Puedo abrazarte y decirte “todo va a estar bien”, sin siquiera saber si esto es cierto. Puedo decir que lo entiendo, pero aún a pesar de que eso sea verdad, tú vas a sentir que nadie puede comprenderte. Puedo mirarte con una mirada de consuelo y una sonrisa ladeada, para que sientas que estoy ahí contigo, para lo que sea que necesites: allí estoy yo.
Quisiera abrazarte y de una u otra manera, que al tus brazos rodear mi cuerpo, tu alma se descargue, pueda desaprisionarse y liberarse un poco, aunque tan sólo por un momento. Quisiera saber que vas a estar bien. Después de todo, es ley de vida. Quisiera saber si el dolor de ver partir a nuestros antecesores, es menor al de ellos ver partir a sus sucesores.  Dicen que duele más cuando no es la “ley de vida”, pero acaso, ¿alguien ha pasado por ambos hechos y puede demostrar que se siente de tal manera?
Sin más, sin irnos de tema, un abrazo es todo lo que puedo ofrecer; un par de palabras y hasta si quieres, un café. Pero no más, aunque ni siquiera crea que es suficiente, creo es justo lo proporcional a nuestra relación, y de todas formas, el abrazo no debería ser incluido.  ¿Entonces por qué deseo agregarlo a la lista de cosas para ti? Es que, de alguna manera, siento que es el tipo de momento en el que me arriesgaría, en el que dejaría mi timidez de lado, y correría a abrazarte, cambiar tu rostro a una leve sonrisa, sin siquiera mostrar los dientes, para saber que algo cambió en ti, tan sólo por unos segundos.
Es fácil, sencillo. Muy complicado de entender, por eso no quiero que lo entiendas, ni tampoco pretendas entenderme a mí. Si ni siquiera sé yo, si ya “te quiero” o qué, ¿cómo dejar que te preguntes eso? No te lo preguntes, no te carcomas la cabeza. Simplemente imagina aquello que anhelas, puede que hasta algún día, sin pensarlo, dejes de imaginarlo y esté justo ahí, a tu lado. Eso mismo es lo que hago yo.

lunes, 27 de agosto de 2012


Hoy no voy a escribirte sobre lo estupenda que se ve tu sonrisa, ni cómo te brillan los ojos cuando levantas la vista. Hoy me reduzco a unas simples palabras, pero no por eso, simple sentimiento:


“Cada vez que te veo, lo único que puedo sentir es el aleteo de las mariposas rondando en mi estómago.”



miércoles, 1 de agosto de 2012


Querido diario:
Lo bueno de los años, de los meses, es que curan las heridas. Aunque tarden en cicatrizar, un avance importante es ya no sentirlas como antes. Un buen cambio es el de ya sentirse apartado del dolor que antes conquistaba nuestro cuerpo, nuestra mente y corazón. Aquello que ayer parecía un dolor insaciable, hoy puedo comprobar que se puede seguir adelante, se puede continuar, dejando lo que nos hizo sentir mal, en el pasado, en la tranquera anterior.
Sin esperarlo, este cambio tan deseado, llegó a mi persona, me demostró tras varios intentos, que todo se puede lograr, si de verdad se busca. Hoy puedo asegurar, que mi pasado junto a él, fue maravilloso, magnífico de verdad. Pero justamente, está en un pasado. Un pasado que hoy, me alegro de poder identificar como tal, y no como algo imposible de superar. Siento una pequeña alegría apoderándose de mi cuerpo, al poder afrontar aquello que ayer me parecía insuperable. De verdad, un gran avance es poder decir: “Estoy dispuesta a más, a eso que ayer me resultaba inaceptable”. Dicho y, por suerte, hecho. Con el pasar de los meses, comencé a interesarme en otras personas, personas que supieron aprovechar cada minuto que pasaban a mi lado, personas que realmente me apreciaban.
Será el cambio de ambiente diario, el pensamiento de un año más, la sonrisa que tanto extrañaba en mi propio rostro. Hoy puedo encarar el mundo con la frente bien en alto, feliz de encontrar mi camino nuevamente.
Hoy me animo a decir, que estoy dispuesta a intentar querer de la misma manera que lo quise, a otra persona. Hoy abro mi corazón a quien lo cuide, lo proteja y valore como se lo merece, tras varios mese sin felicidad.
Hoy, soy feliz.

viernes, 1 de junio de 2012

"La obligación de la memoria es cargar con las cosas como son". 

Aunque hay cosas tan insoportables como el desamor. Y no podemos hacer nada más que conformarnos con nuestra memoria selectiva, esa que deja recordar lo que cada uno quiera. Y lo que yo quiero recordar es que alguna vez te quise para siempre.

viernes, 23 de marzo de 2012

Other year, one more time.

Se acercan los últimos días de marzo, mes en que tiene ambos en el mundo de los colores. Tanto negro, como blanco. Felicidad plena y tristeza abundante. Algunos siquiera podrían entender esta situación. Pero, ciertas cosas que se sienten, no se pueden explicar. La soledad. La soledad es una de esas cosas que nunca puedes llegar a comentar tus sentimientos acerca de ella. Puedes estar rodeado de gente, o con alguna persona allegada, pero sin embargo, sentir un vacío en tu interior que te hace sentir solo, sin compañía alguna.
Marzo, un mes complicado. Cuatro años de esa mirada que día a día se repite, a pesar de todo lo que se interpongan en nuestro camino. Cuatro años de las primeras palabras que intercambiamos y de aquellas largas horas chateando y sin querer dejar la computadora para que la otra persona no se fuera. Cuatro años de nuestro primer beso, cuatro años de la primera vez que nos dijimos "TE QUIERO" y comenzamos a pelear por quien era quién quería más a quién. Comenzaron las peleas, dichosas peleas que eran tales de chicos de nuestra edad en ese entonces. Celos vagantes, cosas de la adolescencia que quizás algún día, en el futuro, entendamos. 
Parece ayer. Parece ayer todo, no sólo esos momentos, sino que parece ayer nuestra historia. O sino, quizás no parece una historia del ayer. Es como si recordara lo nuestro como una película, la cual voy pausando a lo largo de los días, y nunca llego al final. Pasan días sin hablarnos, pasan días, nos besamos. Pasan días, nos miramos y nos decimos mucho más con esa mirada de lo que en realidad hablamos. Pasamos al lado del otro y es inevitable sonreír, un beso en la mejilla.
De todos modos, parece no importar. Aquello que es evidente ante nuestros ojos, los es imperceptible en los demás. Y a eso hay que sumarle tu no admisión de los hechos, de los sentimientos. La negación de aquella burbuja mágica, la negación de esos "te amo" que concluyen en la nada. Lo entiendo. Aún tengo presente el por qué de nuestra separación, y aunque nunca haya sido lo que en el fondo los sentamientos querían, era lo que la razón necesitaba. Si lo que necesitabas era esto que tenes hoy en día, de compartir tus labios con varias personas, yo no podría compartirlos. Como los dos sabemos, me dolería más compartirte que no tenerte, como se podrá ver. Pero por sobre todas las cosas, me dolería ver que un día ya no te encuentras más enamorado de mí, como lo solías hacer hace un tiempo. 
Lo que se, es que nos tenemos el uno para el otro y que eso nos fortalece, ya sea como amigos o como algo más. Nuestra unión siempre fue más allá de la razón y es por eso que creo que siempre va a haber una parte de nosotros que desee estar con el otro, aún cuando esto no sea posible.
Cuatro años y sin embargo, te sigo admirando como la primera vez que hablamos, como la primera vez que nos abrazamos, que nos besamos, que te dije "te amo", que hicimos el amor, que sonreíste por tus logros, que lloramos por tristeza, que nos miramos a los ojos y comprendíamos todo lo que teníamos alrededor y todo el camino que llevábamos andando juntos.
Porque sean cuatro años o el tiempo que sea, fuiste mi primer amor y siempre añoré tu presencia. Porque no hay nada más emocionante que encontrarte por ahí y deslumbrarnos con nuestra mirada. No hay nada mejor que describa lo que siento por vos que un TE AMO.
Porque es así, te amo a tu manera, te amo con tus defectos y virtudes, te amo por lo que sos, por lo que sos capaz de hacer cuando realmente queres a una persona.

Juan Luis Serra, Marzo 2008 - Marzo 2012.
With love, J.

viernes, 2 de marzo de 2012



Despacio voy por tu corazón, despacio y me detiene un botón; 
mientras dices "basta", me ayudas.
 Es la guerra en tu vientre, entre el sigue y el detente, 
que hace decisivo el presente.

miércoles, 22 de febrero de 2012


Escribo estas palabras, porque lo único que quiero es tu oportunidad de escucharlas o, en su defecto, leerlas. Si hay algo que deberías saber es que nunca me rendí. Nunca levanté los brazos y dejé de luchar por eso que un día llamamos “nosotros”. Jamás pude rendirme, no sólo por mí, sino que por cada encuentro de nuestro ojos. Esa mirada era demasiado cómplice de que todavía existía un “nosotros”. Era inevitable darse cuenta que ese beso el domingo, no fue más que un impulso. Pero tal como dijo una amiga: “Los impulsos vienen del corazón, y si vienen del corazón, es porque son con amor”. Y eso, puede significar que todavía me amas. Tal como cada vez que hablamos y nuestras conversaciones terminan en un “Te amo” o “I love you”. Y sí, yo te amo. Quisiera en este momento, poder mirarte a los ojos y decirte estas tres palabras, seis letras y sentirlo tal como lo sentí la primera vez que lo dije. Quizás no la primera vez, pero si de la misma manera en que sentí esas palabras, cuando supe que era de verdad eso lo que sentía. Te amo desde que supe que eras a quien necesitaba, te amo desde que tus ojos mieles me miraron fijo y me dijeron “Te necesito”. Te amo desde que tu risa me contagiaba y era inevitable reírse. Te amo desde tu mirada antes de entrar a la cancha a jugar y tus mensajes de miedo antes de entrar a la pileta por los bonaerenses. Te amo desde cada lágrima que derramé y tus palabras estaban ahí para darme apoyo, consolarme y acompañarme. Te amo desde el momento en que tu mirada decía más que los aplausos en mi entrada de quince. Te amo desde que me sacaste a bailar el vals y me dijiste “Estás hermosa, es tu noche, disfrútala. Te amo”. Te amo desde que hicimos el amor, desde que tus manos se plantaron en mi cintura y no me apartaron de nada más que de la soledad. Te amo por cada pequeño detalle, que por más mínimo que sea, es tuyo, de tu persona y de nadie más. El domingo... El domingo quedé paralizada ante el beso, no me lo esperaba. Para nada. Quisiera volver a ese instante y besarte como realmente hubiera deseado hacerlo. Que tus ojos no me miren de la misma manera en que me miraste, con tus ojos mieles llenos de tristeza. Sí, así estaban… Me pude dar cuenta el tono de tu voz al preguntar cuándo me mudaba. Y me fue inevitable sentir que seguías pensando en mí. No sólo porque eso es lo que habías dicho. Sino que seguías pensando en mí, pero para mi sorpresa, pensabas de la misma manera en que lo hacías cuando decías que me amabas. Quedan dos días antes de que me vaya, y quisiera decirte todo a la cara, mirarte fijo y saber que lo escuchas, sin esperar una respuesta a cambio, tal como el 18 de enero de 2009. Quiero gritarte todo lo que siento, porque lo que siento, es que no puedo callarlo más. No puedo seguir mirándote a los ojos y fingir que ya no siento nada, porque los dos sabemos que no es así. Los dos sabemos que la distancia es lo de menos entre nosotros, porque mientras nuestros corazones estén unidos, no hay nada que pueda separarnos. Quisiera perder la ilusión de que un mensaje llegase diciendo “Quiero hablar con vos”, y aquella otra de que aparezcas en mi casa. Quisiera escucharte decir lo que realmente sentís y dejarte escuchar todo lo que yo realmente siento. Pero la otra verdad es que quisiera llamarte, pero no sé si vas a estar ahí.

Lo único que siento es que te amo, que te amo cada día más y más.

Y como dice la canción y una frase que usamos mucho en su época: “Yo te sigo esperando porque nada me apura…”.

                                                                                              With love, J.

martes, 21 de febrero de 2012


Necesita estar solo. Luego se apodera de él un extraño sufrimiento. No lo necesita. Está solo. Aquella idea lo hace sentirse aún peor. No tiene hambre, ni sueño, no siente nada. Permanece así boca abajo. Sin saber por cuánto tiempo. Paulatinamente, vuelve a ver aquella habitación en días más felices. Cuántas veces, por la mañana, al despertarse, ha encontrado sus pendientes sobre su mesita; cuántas veces su reloj; cuántas veces han estado juntos en aquella cama, abrazados, enamorados, deseándose. Sonríe. Recuerda sus pies fríos, aquellos diminutos dedos helados que ella apoyaba sobre sus piernas, más calientes. Después de haber hecho el amor, cuando se quedaban allí, charlando, mirando la luna por la ventana, la lluvia o las estrellas, igualmente felices, ya hiciera frío o calor. Acariciándole el pelo sin importarle lo que sucediese fuera.

viernes, 3 de febrero de 2012

Tú dices que amas la lluvia, sin embargo usas un paraguas cuando llueve.

Tú dices que amas el sol, pero siempre buscas una sombra cuando el sol brilla.
Tú dices que amas el viento, pero cierras las ventanas cuando el viento sopla. 


Por eso tengo miedo cuando dices que me amas.

martes, 17 de enero de 2012

A veces, sientes todo y nada a la vez. A veces, te encuentras a ti mismo riendo mientras extrañas a una persona al mismo tiempo. Tú puedes absolutamente amar a alguien y en ese preciso instante, intentar estar odiándolo. La vida viene sin garantías, excepto que sonreír va a hacer tu rostro brillar, reír va a realzar tus ojos y enamorarte va a cambiar tu vida.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Deseos para el 2012:

Buen comienzo en la vida universitaria, ánimo para seguir adelante cuando se considere la idea de dimitir. No parar de estudiar por el desgano que producen los profesores. NO ser un número más de la carrera.

Confortable adaptación a la vida en la Gran Ciudad, Buenos Aires. No querer matar a ninguna persona de mi desagrado por miradas o chamuyos baratos, esquivar de forma correcta a las grandes cantidades de personas que caminan en sentido contrario, antes de que tooooooooodos éstos, te caguen a puteadas.

Aprender a cocinar más cosas para una fácil supervivencia sin las ricas comidas de mi vieja. (Cocinar no incluye fideos, milanesas, arroz y esas cosas de exclusiva facilidad)

Encontrar un camino que me permita seguir adelante con mi horrorosa vida amorosa. Un camino que me saque de la persona errónea y me coloque en el de la persona correcta. O por lo menos, en un limbo en donde no entienda qué ocurre pero que me sienta FELIZ. Superar el amor del 2008, pero recordar todo lo que se vivió junto a esa persona. Tener en cuenta que lo que hice con esa persona fue por felicidad plena y no me arrepiento de ningún momento experimentado junto a él. Saber que lo intenté todo y no fue suficiente. Aún así, él merece ser feliz al lado de alguien y no lo era al lado mío.

Ser extremadamente feliz, teniendo en cuenta los dos puntos anteriores: vida universitaria y vida amorosa.

No permitir que me hagan caer, no lo merezco…

Conseguir aprender el portugués, de la misma manera en que lo encontré un idioma interesante.

Saber distinguir entre las personas que quieren mi mal y quienes realmente me desean un próspero camino.

Continuar mi hermosa amistad con aquellas personas que son hermanas del corazón y que la distancia no permitirá vernos todos los benditos días como estos años que hemos vivido.

Considerar a lo largo del año la posibilidad de conseguir un trabajo y de hacerlo, dedicar el primer sueldo a un merecido par de zapatos, comprados con mi propio esfuerzo.

Celebrar mis 18 de buena cara, a pesar de ser un puto martes y no poder ver a ninguno de mis amigos.

No creo en este suceso, pero: no morir el 21 diciembre a causa de una broma maya.

Vivir todos los días con una sonrisa gigante en mi rostro y compartir mi felicidad a los que la necesitan espiritualmente


¡¡¡FELIZ 2012!!!

jueves, 29 de diciembre de 2011

Querido diario: Quedaban esperanzas. Quedaban algunas en un pequeño rincón del corazón, escondidas bajo una tela que las protegía de aquel limbo. Si las había, como quien dice, no las he de encontrar más. Se tomaron vacaciones o se escondieron bajo alguna tela que ya no nos permite saber que están ahí. O quizás, se fueron para siempre. Se tomaron un buque al rincón del olvido y pasan a ser un recuerdo lejano de lo que algún día deseaban, anhelaban.
Esa pequeña esperanza de esperar a que una palabra de tus labios, finalmente se dirija hacia mi persona, una vez más. Pero no un simple “hola” con un toque de sobra, porque ese tipo de cosas ya no están a nuestra altura. Bueno, en realidad… ¿Qué es lo que está a nuestra altura? Si tienes suerte, has de saber qué somos en realidad, pues yo me encuentro buscando el trébol de cuatro hojas por milenios y aún no he encontrado ninguno. No sé qué somos, pero por fuerte que es el corazón, aún puedo recordar. Sí, recordar por qué fuimos lo que fuimos, por qué somos lo que quién sabe que somos hoy y por recordar cada momento que nos unió. Y ojalá, aún nos siga uniendo.
No fue el mejor de los años, hubo peores en la relación, pero también los hubo mejores. Puedo decir que nunca pensé que el momento en el que finalmente pasaríamos tanto tiempo separados, sería ahora… Ahora cuando aún nos vemos continuamente y cuando todo parece normal a lo ajeno.  Nunca imaginé que a pesar de no estar juntos, seguirían esas miradas, ese “te busco a escondidas y te encuentro, pero no quiero que sepas que te estuve buscando”. Es más, hasta llegué a pensar qué sería si habláramos, si estuviéramos a solas, juntos, sin disturbios a nuestro alrededor. Pero quizás, no sea de los mejores pensamientos que he tenido a lo largo de mi vida… Es algo, que dudo pueda concretarse. Pero la duda no quita la esperaza ni el anhelo a que eso suceda. Aunque hace varios meses quizás tengo otra inquietud, otra duda… Y esta si que realmente no nos incluye, sino, que se trata solamente de ti… ¿Cómo es posible que aguantes el maltrato, el menospreciarte y el desvalorar de tus acciones? Si antes alguien simplemente se burlaba de algo que hacías, saltabas como una langosta a defender tu persona, como quien se enfrenta a una bala por amor. Antes defendías tus ideales, tus opiniones y hasta no permitías que te menospreciaran. Y en esta inquietud, no sólo yo me aferro, sino varias personas del alrededor. Me es inevitable pensar que te lavaron el cerebro, o algo por el estilo, si es que de todas esas cosas existe alguna posible… Soportaría ver lágrimas en mi rostro, pero no pequeñas gotas cayendo de tus ojos, como el 14 de febrero del 2010 o el 25 de octubre de 2008.
Y una vez más, pregunto a quienes me conocen: ¿Qué somos? ¿Qué somos cuando nos miramos y no hablamos, cuando sientes algo por dentro y simulas lo mejor posible que por fuera no sucede nada? Pregunto, quiero respuestas, nadie me las puede dar. Nadie, nadie de quienes son mis entrevistados. Porque bien sabes que tú podrías contestarme con claridad qué somos. Por qué sucede lo que sucede y por qué nos sentimos de esta manera.
Y si alguien me pregunta cuál es mi deseo principal para el próximo año, es inevitable contestar que quisiera saber si aún me amas como todas aquellas veces que lo mencionaste, pero por sobre todas las cosas, por ese “te amo” del 17 de abril del 2011, fecha que ambos recordaremos a pesar de nunca sentir nada por el otro. Pediría mi oportunidad de decirte te amo y preguntarte a los ojos si ya no me amas como solías hacerlo. Es un deseo, es una contradicción el querer que no suceda, quizás a contradicción es el miedo a la respuesta. (no por eso, voy a dejar de amarte como lo he hecho todos los días desde que siento lo que siento).

With love, J

miércoles, 16 de noviembre de 2011



El amor no necesita ser perfecto, sólo necesita ser real

lunes, 7 de noviembre de 2011



Creo que cuando encuentras al hombre con el que quieres compartir tu vida, haces que se convierta en el hombre perfecto para ti.

viernes, 4 de noviembre de 2011



Búscate a alguien que te coma con la mirada. Que te abarque al abrazarte, y que lo haga con tal fuerza, que se te salgan las tripas por la boca. Que te bese en todos los semáforos, y que después quiera lanzarse contigo bajo las ruedas de un camión. Que te cubra con una manta cuando te quedes dormida, y que le tenga envidia al sueño por no dejarle ver quién eres cuando cierras los ojos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

I can be tough, I can be strong, but with you it’s not like that at all.
There’s a girl that gives a shit, behind this wall you just walk trough it.
And I remember all those crazy things you said.
You let them running through my head, you’re always there.
You’re everywhere, but right now I wish you were here.
All those crazy things we did, didn’t think about, just went with it.
You’re always there, you’re everywhere.
But right now I wish you were here.
What I’d do to have you here, here, here.
I wish you were here.
What I’d do to have you near, near, near.
I wish you were here.
I love the way you are, it’s who I am.
Don’t have to try hard.
We always say, say like it is, and the truth is that I really miss all those crazy things you said.
You let them running through my head, you’re always there.
You’re everywhere, but right now I wish you were here.
All those crazy things we did, didn’t think about, just went with it.
You’re always there, you’re everywhere.
But right now I wish you were here. 




Avril Lavigne 

viernes, 7 de octubre de 2011

Los buenos momentos quedan para siempre en nuestras mentes.


Bariloche 2011