Abrázame.
No me sueltes, que aunque yo tenga que aprender a volar, hay muchas cosas a las
cuales todavía no sé entregarme. Muchos lugares a los cuales no sé llegar por
cuenta propia, muchos problemas y no les encuentro solución alguna.
Aunque deba aprender a desplegar mis alas, por momentos siento que debo acobijarme bajo las tuyas, para sentir que estoy protegida y cuidada, para sentir que hay un refugio. Un refugio especial, para mí, en tu corazón. Aunque mis alas vayan creciendo poco a poco, el miedo me inunda de vez en cuando. Es parte del proceso, ¿no?
Un abrazo que me llene el alma, que me de fuerzas para continuar. No es que me caiga, no es que me desvíe… Simplemente, simplemente necesito más afecto, más cariño que el habitual. Creo que me había acostumbrado a ese abrazo continuo… Y ahora, cuesta despegar. Varias veces ya me he sentido así, y aún faltan infinidades de momentos en los que el sentimiento me invada otra vez. Es cuestión de aprender a sobrellevarlo, a buscar la solución. Y al hacerlo, estarían naciendo mis alas. Esas alas que van a ayudarme a volar de acá en adelante, las alas que me van a permitir recorrer todos aquellos lugares del mundo a los que quiero ir, todos esos rincones mágicos que quiero conocer.
Con el tiempo, aprendo a crecer. No hay un manual de instrucciones para esto, simplemente se aprende del ensayo y error, de las experiencias propias. Y de las ajenas, también. A veces se aprenden lecciones enseguida, otras necesitan ser machacadas un poco más. Así de tercos solemos ser. Pero no significa que no podamos aprender, que no podamos crecer. No aprender inmediatamente no significa que nuestras alas jamás se desplegarán… Sino que simplemente, cada uno tiene diferentes tiempos, distintos ritmos.
Por eso, aún no estoy del todo lista. Necesito ese abrazo que me calme, que me devuelva la tranquilidad de sentirme refugiada. Porque es en tu abrazo, en su abrazo, en el que puedo dormir a la espera del porvenir, sin miedo alguno.
Aunque deba aprender a desplegar mis alas, por momentos siento que debo acobijarme bajo las tuyas, para sentir que estoy protegida y cuidada, para sentir que hay un refugio. Un refugio especial, para mí, en tu corazón. Aunque mis alas vayan creciendo poco a poco, el miedo me inunda de vez en cuando. Es parte del proceso, ¿no?
Un abrazo que me llene el alma, que me de fuerzas para continuar. No es que me caiga, no es que me desvíe… Simplemente, simplemente necesito más afecto, más cariño que el habitual. Creo que me había acostumbrado a ese abrazo continuo… Y ahora, cuesta despegar. Varias veces ya me he sentido así, y aún faltan infinidades de momentos en los que el sentimiento me invada otra vez. Es cuestión de aprender a sobrellevarlo, a buscar la solución. Y al hacerlo, estarían naciendo mis alas. Esas alas que van a ayudarme a volar de acá en adelante, las alas que me van a permitir recorrer todos aquellos lugares del mundo a los que quiero ir, todos esos rincones mágicos que quiero conocer.
Con el tiempo, aprendo a crecer. No hay un manual de instrucciones para esto, simplemente se aprende del ensayo y error, de las experiencias propias. Y de las ajenas, también. A veces se aprenden lecciones enseguida, otras necesitan ser machacadas un poco más. Así de tercos solemos ser. Pero no significa que no podamos aprender, que no podamos crecer. No aprender inmediatamente no significa que nuestras alas jamás se desplegarán… Sino que simplemente, cada uno tiene diferentes tiempos, distintos ritmos.
Por eso, aún no estoy del todo lista. Necesito ese abrazo que me calme, que me devuelva la tranquilidad de sentirme refugiada. Porque es en tu abrazo, en su abrazo, en el que puedo dormir a la espera del porvenir, sin miedo alguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario