Certifico
por este medio, que si apruebo ambos parciales, los cuales cuentan con una
preparación no mayor a 5 días, prometo… ¿Prometo? ¿Qué prometo? No tengo nada
que prometer, no tengo nada en mente que pueda cumplir en caso de… No ahora, no
al menos en este preciso momento.
No cuento con amores imprevistos, ni mariposas revoloteando en mi panza. No tengo miedos posibles que ericen mi piel, motivo por el cual podría proponerme una superación a tal inseguridad. No hay algo desconocido inquietante en mi ser, solo yo. Solo yo.
Yo y mis libros. Mis libros y yo, para ser más correcta. ¿Qué más da? Somos nosotros, ya nos estamos complementando demasiado bien… ¡¡Un progreso!! Qué bueno encontrar la solución a lo que antes sí me perturbaba, a lo que antes sí era una promesa a cumplir.
Sin embargo, quiero prometer que voy a cumplir algo, a alguien, a mí, a quien sea, pero algo… Recompensa de un entretenido juego del tiempo en el que las agujas no dejan de girar, los minutos se agotan y cada vez queda menos para rendir. La prueba final, aunque no tan final, del conocimiento. ¿Recompensa de un ‘aprobado’, premio al logro de superar mis propias expectativas? Mmm, quizás.
Pero… ¡qué adelantada soy, che! Ni siquiera terminé de estudiar, y ya pienso en el pos-examen. Muy gracioso, muy incorrecto e inesperado. Tiempo al tiempo, pequeña. No hay que apresurar las cosas, porque la vida tiene su propio rumbo, sus propias reglas y tiempos. Nada, NADA, debe salirse de contexto. Entonces… ¿Para qué correr algo que quizás no está a nuestro alcance, pues no es lo que corresponde? ¿Si corro, corro el éxito, corro el sí, persigo la recompensa, y no hay nada al final? No recompensa, no sí, no final, no nada. Posible. Demasiado posible teniendo en cuenta las probabilidades de llegar. ¿Y? Sin embargo, apuesto al sí, al premio final, al obtener lo buscado. Nunca bajar los brazos y mantener las esperanzas. Apuesto a que sí, ¡sí voy a poder!
Dos días menos, restan 3. Simplemente dos quintos de una materia están preparados, quedando por entonces los tres quintos correspondientes a la que se rendiría en las primeras horas de la mañana de un caluroso día armonioso. Que quizás sea lluvioso, quizás nublado… Pero para mí, soleado y brillante, día especial. Y me voy de tema, como siempre que me voy de tema al escribir.
Y la otra… La otra pasada de libros, módulos, fotocopias, apuntes y resaltadores alegrando la monotonía descriptiva, caracterizada de una matera extensa como solo ella puede serlo.
¿Llegaré? Claro que sí… Llegar, voy a llegar. Si es ahora, no lo sé… Si es después, lo veré. Pero llegar, llegaré.
No cuento con amores imprevistos, ni mariposas revoloteando en mi panza. No tengo miedos posibles que ericen mi piel, motivo por el cual podría proponerme una superación a tal inseguridad. No hay algo desconocido inquietante en mi ser, solo yo. Solo yo.
Yo y mis libros. Mis libros y yo, para ser más correcta. ¿Qué más da? Somos nosotros, ya nos estamos complementando demasiado bien… ¡¡Un progreso!! Qué bueno encontrar la solución a lo que antes sí me perturbaba, a lo que antes sí era una promesa a cumplir.
Sin embargo, quiero prometer que voy a cumplir algo, a alguien, a mí, a quien sea, pero algo… Recompensa de un entretenido juego del tiempo en el que las agujas no dejan de girar, los minutos se agotan y cada vez queda menos para rendir. La prueba final, aunque no tan final, del conocimiento. ¿Recompensa de un ‘aprobado’, premio al logro de superar mis propias expectativas? Mmm, quizás.
Pero… ¡qué adelantada soy, che! Ni siquiera terminé de estudiar, y ya pienso en el pos-examen. Muy gracioso, muy incorrecto e inesperado. Tiempo al tiempo, pequeña. No hay que apresurar las cosas, porque la vida tiene su propio rumbo, sus propias reglas y tiempos. Nada, NADA, debe salirse de contexto. Entonces… ¿Para qué correr algo que quizás no está a nuestro alcance, pues no es lo que corresponde? ¿Si corro, corro el éxito, corro el sí, persigo la recompensa, y no hay nada al final? No recompensa, no sí, no final, no nada. Posible. Demasiado posible teniendo en cuenta las probabilidades de llegar. ¿Y? Sin embargo, apuesto al sí, al premio final, al obtener lo buscado. Nunca bajar los brazos y mantener las esperanzas. Apuesto a que sí, ¡sí voy a poder!
Dos días menos, restan 3. Simplemente dos quintos de una materia están preparados, quedando por entonces los tres quintos correspondientes a la que se rendiría en las primeras horas de la mañana de un caluroso día armonioso. Que quizás sea lluvioso, quizás nublado… Pero para mí, soleado y brillante, día especial. Y me voy de tema, como siempre que me voy de tema al escribir.
Y la otra… La otra pasada de libros, módulos, fotocopias, apuntes y resaltadores alegrando la monotonía descriptiva, caracterizada de una matera extensa como solo ella puede serlo.
¿Llegaré? Claro que sí… Llegar, voy a llegar. Si es ahora, no lo sé… Si es después, lo veré. Pero llegar, llegaré.
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